LOS SUEÑOS SON CONOCIMIENTO ó después de dormir una noche de primavera de 1972 en el porche de la iglesia de San Antón de Bilbao
Una ocasión muy especial para conocer la trayectoria y obra del artista catalán Josep Ricart i Rial
Reseña: Josep Ricart i Rial nos presenta su trabajo «LOS SUEÑOS SON CONOCIMIENTO ó después de dormir una noche de primavera de 1972 en el porche de la iglesia de San Antón de Bilbao«.
Artista: Josep Ricart i Rial.
Sobre la exposición
LOS SUEÑOS SON CONOCIMIENTO ó después de dormir una noche de primavera de 1972 en el porche de la iglesia de San Antón de Bilbao.
Casi estoy seguro de que era el mes de mayo del 72, me encontraba trasteando en un taller de arquitectura en Barcelona, B.S.V. (Batalla, Serrano y Vicenç) en la avenida diagonal.
Por cuestiones de trabajo había que ir hasta Mungia, cerca de Bilbao, Serrano iba con su padre y yo me apunté. Pasamos la noche en Pamplona y a la mañana siguiente fuimos a Mungia. Hecho el trabajo, ellos volvieron hacia Barcelona y yo me quedé con la intención de encontrar la manera, sin tener la mas mínima idea de cómo hacerlo, de conocer a Jorge Oteiza Embil, escultor vasco que era para nosotros, los jóvenes de la época, el gran referente de la escultura moderna.
En el escaparate de una librería vi un ejemplar del libro Quosque tandem del mismo Oteiza. Entré a preguntar dónde podría encontrarle. Muy amablemente me remitieron a una persona de una biblioteca próxima, que tal vez me podría indicar, si pasaba el «examen», donde encontrarle, y lo pase.
—Vete a Orio. —Con la siguiente indicación—: Hay una fábrica de muebles que se llama Embil, coge la calle lateral que baja a la ría y allí está su taller.
Haciendo auto-stop llegué hasta Orio y encontré su taller. La puerta estaba abierta pero no había nadie, delante de mí una estantería con pequeñas maquetas que muchos años mas tarde estarían en la dOCUMENTA de Kassel, me quedé boquiabierto delante de tantos y tantos proyectos, hasta que alguien dijo:
—¿Que desea? —Pero no era Oteiza, era un chaval joven, un nieto del escultor.
—Quería conocer a Oteiza.
—Pues hoy no vendrá.
Estuvimos charlando un rato, volví a aprobar el «examen» y me dijo:
—Vete hasta su casa en Zarauz.
Podía haber tirado la toalla, pero no lo hice. Llovía un poco y el auto-stop no era fácil. Llegué a Zarauz un poco mojado, llamé a la puerta y me abrió Oteiza.
—¿Qué quieres?
—Conocerle y hablar con usted.
Me miró, y me dijo:
—¿Que lees?
Yo llevaba un libro en la mano, Vol de nit de Antoine de Saint- Exupèry. Me volvió a mirar y dijo:
—Pasa, pasa, ¿De dónde vienes?
Y yo le digo:
—De Vic.
—¡Itziar, es de Vic!
El hermano de Oietza era monje benedictino de Aranzazu y resulta que estuvo en el taller de cerámica de Monserrat y allí conoció a un ceramista de Vic. De ésta manera conocí a Oteiza. Me fui de Zarauz con el Quosque Tandem debajo del brazo y con una dedicatoria de Oteiza.
Cuarenta años después volví a Bilbao. Nuestra hija Laia vive entre Bilbao y Barcelona con Oskar que es de Durango, el 2012 los vinimos a ver, yo estaba emperrado en encontrar la iglesia donde había pasado aquella noche de 1972, por fin recordé que estaba cerca de un mercado, Oskar dijo:
—Solo puede ser San Antón.
Y así fue, encontré intacto el lugar donde descansé aquella noche.
Después, buscando información sobre San Antón, he visto que tiene un retablo mayor que es un conjunto de doce piezas procedentes de épocas muy distintas, desde el siglo XVI hasta el siglo XX. Pensando en todo esto he hecho los dibujos que ahora podéis ver.
Antes de dar por terminado este texto, entro en youtube y miro un video de Oteiza, escucho que dice:
Yo no quiero saber nada de arte.
No me interesa absolutamente nada.
Me interesa solamente esta cuartilla.
Sobre JOSEP RICART I RIAL
La obra de Josep Ricart i Rial (Vic 1946) está marcada por una evolución que va desde un largo viaje iniciático hasta un periodo fructífero dominado por el ascesis espiritual.
Podemos identificar la etapa de formación del hombre y del artista con el lento aprendizaje en el que se ven sometidos los jóvenes protagonistas del denominado bildungsroman de la literatura alemana. La evolución del carácter de algunos personajes emblemáticos de Goethe, Rilke o Mann se puede extrapolar al azaroso tránsito de Josep Ricart por las escuelas donde conoció las muchas y muy diversas técnicas artísticas que, de manera más o menos consciente, fue incorporando a aquello que el ha definido como el oficio. La búsqueda constante del camino, que le llevaría hasta la etapa de maduración, pasaba por una progresiva asimilación de experiencias humanas y estéticas que acabaría llenando un gran vacío caracterizado por la confusión. Cada huella que recorría en ésta singladura le acercaba un poco más a la armonía de la vida con el arte y del individuo con el mundo que le envuelve, una comunión de intereses inherente a su voluntad mas intima.
Unas ajustadas palabras de F.W. Schelling nos pueden ayudar a comprender la importancia de estos inicios en el futuro de la obra de Ricart:
[…] tan sólo en la personalidad hay vida; y en toda personalidad reposa sobre un fondo oscuro que ciertamente también ha de ser el fundamento del conocimiento. El fondo oscuro, el poso cognitivo que fue adquiriendo durante esta etapa de formación, precisaba de un agente idóneo capaz de provocar una reacción que descubriese el trasluz revelador. Esta necesaria conmoción llegó a partir de la colisión con la nueva cartografía de posibilidades humanas y estéticas aprehendidas de la obra y la figura de Jorge Oteiza. El Quousque tandem, ensayo teórico del escultor vasco, y su Laboratorio experimental, proyecto en el cual analizaba todas las variantes imaginables de una forma, se convirtieron en elementos catalizadores del itinerario artístico de Ricart y en los verdaderos aglutinadores del continuum de su obra.
Fragmento escrito por Anna Palomo comisária de la exposición retrospectiva, Llibre de la memoria, 2009 Vic. Traducido por Oskar Garcia
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